Espero que disfrutéis de mis aventuras y pueda transmitiros todas aquellas sensaciones que experimento en la montaña y que hacen sentirme cada día más vivo.

Torreón de la Moneda. (IV+)

Después de unos meses en el dique seco por una lesión, habían muchas ganas de volver a encontrarse con la montaña y que mejor
elección que una bella escalada en las Hoces del Cabriel. Precioso paraje en el pantano de Contreras. Que lástima que solo se pueda escalar en la vertiente valenciana, ya que hace unos años prohibieron esta bonita actividad y muy respetuosa con el medio ambiente, en la vertiente de Castilla la Mancha.
Nos habían advertido que la vía que pretendíamos estaba muy rota y expuesta, pero qué es la montaña sin un poco de aliciente. Tenían razón, pero valió la pena. Como dice mi amigo Esóder, "gozamos como perras".
El primer largo comienza en una canaleta descompuesta, en la que el asegurador, en este caso el que os escribe, tuvo que parapetarse detrás de un saliente para evitar la lluvia de piedras que caían por el rozamiento de la cuerda en la canal.
En el segundo largo comienza la escalada con un tramo vertical (IV+), no muy difícil, pero sí que te obligaba a ponerte las pilas. Pablo se llevó un pequeño susto al volar en este tramo, menos mal que iba de segundo y no sufrió ningún percance aparte de la subida de adrenalina que hizo que se pusiera las pilas.
El tercer largo lo comenzó Pablo. Un largo muy bonito por sus tramos casi verticales(IV+) y sus vistas. Nos encontramos en el espolón de la vía y el ambiente es extraordinario. Llevábamos mucho tiempo sin hacer una vía de estas características y la altura y la exposición, nos hicieron pensar por unas décimas de segundo qué coño estábamos haciendo ahí... pues, que vamos hacer, disfrutar de lo que más nos gusta.
En el cuarto largo nos pusimos a caballo de la cresta que nos conduciría hasta la cumbre de este bonito torreón. Era bastante sencilla, pero la exposición una vez más y lo podrida que se encuentra le daba un aliciente añadido.
Todo no termina aquí, pues hay que bajar de este magnífico torreón, con unas vistas preciosas de toda la contornada. Buscar el rápel de bajada fue algo así como buscar a Wally y llegar hasta él toda una aventura, un destrepe no complicado en dirección este te lleva hasta una sabina que bajo sus ramas alberga el descuelgue que nos devolverá a poner los pies en el suelo.


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